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  MICRORRELATOS DE NAVIDAD
  Vélez de Benaudalla. Diciembre 2015.

Noches de sueño interrumpido, llenas de servicio, de amor y de ternura. A veces la paciencia flaquea, pero no mucho... No me quejo. Mis navidades no van a ser de escaparates, ni de muchas comidas familiares, celebraré la eucaristía con las comunidades sencillas de las Alpujarras granadinas, las noches son para ese niño de casi ochenta años, que desde las cuatro e la tarde ya está metido en la cama. Él pierde la noción del tiempo, y hace que mi tiempo sea diferente, tiempo para él, sus necesidades... De cuando en cuando saco un momento de silencio y llegó incluso a arrancarle algunos versos a las horas que se suceden una tras otra no demasiado lejos de mi padre. El 25, eso sí, tendremos almuerzo familiar. Estaremos todos. Para mi esta navidad es diferente, desnuda del ropaje consumista que nunca me ha gustado, cargada de un servicio que nunca imaginé me tocaría tan de lleno. Con sentimientos siempre fraternos os deseo todo el amor que nos trae el príncipe de la paz. Me atrevo a despedirme con unos versos:




He visto una noche
sin descanso,
abiertos los párpados
frente al escritorio
solitario, vacío...
Un papel en blanco
lanzaba un sórdido grito:
”Por el amor de Dios,
unos versos,
tan sólo unos versos pido”.
Y la noche no escribió
que el papel en blanco
albergaba sin saberlo
toda la mar de silencio
que ahora necesito.

 

MICRORRELATOS DE NAVIDAD

1. Demasiadas horas de camino, demasiados obstáculos, senderos llenos de amenazas, zancadillas, abusos, violencia, miradas hostiles, tensión, alambradas, fronteras, noches al raso, sin dormir, con frío, con calor, descalificativos, insultos, soledad, lucha, aún más lucha, dolor, esperanza, sueños rotos, bofetada, camino, más camino, una luna sucede a otra luna. Llega a su destino, cansado, al límite de las fuerzas. Después de calvario semejante sólo recibe una devolución en caliente. Mientras se aleja oye el ruido, la música de fondo de una casa en fiesta. Es 25 de diciembre. Tampoco hay sitio para él en aquella ciudad.

2. Cuentan de un hombre, que después de un largo camino con su mujer embarazada, montada en un borrico, llegó a la cabeza de partido en dónde habían de ser censados por la autoridad. El señor llevaba dibujada la preocupación en su rostro. A su esposa le había llegado la hora del alumbramiento. Buscó un lugar digno. Era noche cerrada. Llamó a todas las puertas. No daba crédito, la indiferencia era generalizada. No había sitio para ellos en la ciudad. Desesperado marchó a las afueras. Fue acogido en una cueva llena de animales por unos ganaderos que pastoreaban sus rebaños de cabras. La mujer dio a luz un varón sano, fuerte, risueño. La alegría, el alivio, la esperanza, inundó los corazones de aquella gente sencilla en aquella noche señalada.

Hubo un VERBO en la historia pronunciado con tal exactitud que llegó a ser SUSTANTIVO porque lo fue siempre, desde siempre para siempre. Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.

Paco Bautista, sma.